lunes, 4 de diciembre de 2017

El jardín de las flores verdes con tallos azul cerúleo


Líquido es, por definición, lo que prefiere
obedecer al peso para mantener su forma,
lo que rechaza a toda forma para mantener su peso.
Francis Ponge


El jardín de la niña que Sergio Cuenca nombra es una niña asombrada en la naturaleza, ella transforma las cosas de su entorno como una pequeña hada, hechicera o quizás simplemente como una niña que juega. En el recorrido por “el jardín de flores verdes con tallos azul cerúleo” la magia deviene realidad. Su fórmula proviene de una alquimia secreta entre los espejos y el agua; al disolver la materia reflejante de los espejos, mezclarlos en un recipiente, un brebaje extraño aparece. La niña observa, investiga nuevos colores, variadas combinaciones nacen de su experimento. Lo que antes era sólido ahora es líquido, agua como acuarela para que beban los gatos del jardín.
Los espejos son sustraídos de la casa materna, día a día la madre sorprendida ve desaparecer sus reflejos en las líquidas alteraciones de su hija. La niña descubre la fuente de la duplicidad y la creación en el seno de su precursora, entonces, ella también se dispone a la continuidad del misterio con sus pequeñas intervenciones coloridas entre flores, tallos y gatos.
Los gatos beben la pócima y su efecto los convierte en acuarelados animalitos que se confunden con las plantas, el espejo no olvida su condición mimética y en su bifurcado acecho imaginario, todo se redobla. La niña recorre el jardín y esas pinturas líquidas se balancean coloridas en las páginas del libro. Sergio acude también a la alquimia de la reproducción, dibujando, pintando y escribiendo sobre páginas espejadas que lo reflejan en su hermoso jardín de flores verdes con tallos azul cerúleo.     








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