Herbario
Juliana
Bonacci
Zindo
& Gafuri - 2015
Cuando el sol está en su cénit
arrojo flechas de artemisa
hacia los rumbos posibles
de la rosa de los vientos.
Así protejo mi casa.
En los tiempos en que parece que
todo sale mal
pongo siete hojitas secas en una
píxide con figuras rojas y dejo
las intenciones mágicas en
la habitación del silencio.
Diario de la magia
Es mundo vegetal que vemos
tranquilo, tan resignado,
en que todo parece
aceptación, silencio obediencia,
recogimiento, es
por el contrario aquel en que
la rebelión
contra el destino es la más vehemente y obstinada.
Maurice
Maeterlinck (La inteligencia de las
flores)
Me acaba de llegar un libro de poemas,
tiene tapas de tela blanca y bordado sobre la tensa superficie: Herbario Juliana Bonacci, más abajo una
flor de tres pétalos. El punto del bordado parece una cadena que se extiende como
enredaderas, el hilo es verde y todo anuncia un jardín. La edición del libro es
tan preciosa que pensé sería su único ejemplar, que por una confusa y alegre
coincidencia sólo yo podía asegurar su existencia. Treinta y dos poemas y
treinta dos prosas paralelas conforman su interior, Juliana escribe dos voces
que se reúnen o se alejan según cambien los humores o los sentimientos. Un
macro mundo, el de los poemas, donde los augurios florales tejen el destino, el
amor, lo que va y viene, el viento y la tristeza. Debajo de cada poema una
prosa científico-literaria, mágica, ordena esas pasiones, las descubre y las
protege. Visualmente podría decir que los textos inferiores son la tierra y los
poemas plantas que de allí nacen, sus hojas, tallos y flores.
La voz de ella, de Juliana, imita los
diagramas vegetales, los acompaña en los movimientos de las estaciones, juega a
que es y no es, como Heráclito en el río, parte de su jardín inventado. Percibo
la ensoñación de su deseo como sí intuyera, en tramas de pétalos lejanos, su inhóspita
pertenencia al mundo humano. Las flores, nos desnudan frente a la enigmática
existencia de lo que hay ¿de dónde han aparecido esos olores extraños que ellas
evaporan? ¿Cómo llegaron a sanar el horror de un mundo que se apaga cada noche?
Las floraciones, las semillas, las
raíces y el sol que alumbra, necesitan una dedicación especial, como Minerva
paciente Juliana describe los hechizos de primavera y la estación del hielo.
Conoce lo ciclos, las palabras que las despiertan, los significados entre el
sueño y la realidad, lo que vemos y lo que finalmente existe. Guarda en su Herbario un secreto milenario y
extranjero, una multitud de ilusiones diagonales a la zozobra del trabajo y el
mercado. Anuda Juliana el pasado con el espacio y resulta la visión de un mapa único,
donde lo que crece habla la voz del misterio.
Una tradición de naturalezas literarias ampara
su Herbario, las barrocas praderas Marosa
Di Giorgio, la enigmática mirada de Clarise Lispector, el imaginario de Arnaldo
Calveyra, los ríos vegetales de Juan L. Ortiz, las formas precisas de Circe
Maia. En esas constelaciones alumbra y crece, único y singular, el delicado Herbario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario