El orden de las cosas
Paulina Cruzeño
Editorial Dinamo Poético (2016)
… de pronto el
movimiento se disfrazaba de cosa
quieta y era un objeto extraño que sorprendía
por su inmovilidad.
Felisberto Hernández
Recuerdo a Felisberto Hernández, sus cuentos, la
sensación que ellos dejaron para siempre, una idea sobre una singular relación
con los objetos, una forma de tratar las historias que él descubrió y plasmó. Una
filosofía literaria de los objetos donde los hace partícipe del mundo sin
dudarlo; los objetos de Filisberto son fantasías encarnadas, recuerdos
animados, mundo mágico y percepciones dislocadas. Los objetos son lenguaje,
verdades sobre el mundo independientes de nuestro juicio y existencia.
El libro “El orden de las cosas” de Paulina Cruzeño
podría ser, tranquilamente, un conjurado heredero de esa tradición inventada,
un libro de postales mágicas enredadas a la materia sintiente del mundo. La
casa se abre, como una caja de sorpresas que, en su radiante presencia
propician singulares textos, asociaciones, miedos y ensoñaciones. El orden de
las cosas, entonces, no es el habitual destino, doméstico y práctico, sino que es el de una poética que se
sustrae al tiempo o abre un tiempo diferente, de cosas que se encuentran con la
memoria.
Los dibujos de Paola Cervio acompañan los textos
indicando esa estructura dislocada, donde el tiempo que sucede y se retrotrae, ordena
las cosas en el espacio como frágiles cartografías. El gris, el azul, los
fragmentos, los ángulos son como perfume para las cartas que Paulina pareciera
escribir para ella misma, pero en otro
punto del extenso y variable mapa personal; partitura vital donde todo se une y
late, el pequeño teatro que habitamos y construimos a cada instante.
Las anécdotas, las imágenes, los relatos son breves
aproximaciones a una prosa poética, que se cierra en breves círculos, uniendo diversas
épocas en órbitas divertidas o trágicas; el ritmo de las cosas produce un afuera
del relato, un poema posible entre lo mirado y lo recordado, entre las palabras
y su música. El mundo se renueva en cada prosa y la literatura no es simplemente
su reflejo, es el frondoso paisaje donde vive lo real.
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